Las investigaciones demuestran que el autismo puede tener un aspecto diferente en las mujeres y las niñas que en los hombres y los niños. Según el DSM-5-TR, el manual de diagnóstico más reciente de la Asociación Americana de Psiquiatría sobre trastornos mentales, incluido el trastorno del espectro autista (TEA), las niñas y mujeres autistas pueden presentar:
Mejores habilidades de conversación recíproca
Mayor probabilidad de compartir intereses con otros
Mayor capacidad para comprender la comunicación verbal y no verbal
Mayor capacidad para modificar su conducta en función de la situación
Conductas repetitivas menos evidentes
Intereses especiales más aceptados socialmente (como famosos o animales)
Dado que los síntomas del autismo suelen ser más sutiles, las mujeres y las niñas sin discapacidad intelectual (DI) ni retrasos en el lenguaje suelen tener dificultades para obtener un diagnóstico de autismo, lo reciben más tarde o reciben un diagnóstico erróneo. Según los CDC, las niñas tienen 4 veces menos probabilidades de ser diagnosticadas de autismo que los niños. En promedio, también reciben el diagnóstico casi un año más tarde que los niños: a los 5.6 años las niñas, frente a los 4.8 de los niños.
Las que reciben un diagnóstico tienen más probabilidades de padecer simultáneamente DI, epilepsia y ansiedad.
Las investigaciones demuestran que las mujeres y las niñas son más propensas a enmascarar u ocultar sus síntomas de autismo para encajar. Esto suele ocurrir cuando se encuentran en espacios donde no se sienten bienvenidas o seguras, o donde no han revelado su diagnóstico (como el trabajo o la escuela).
El enmascaramiento puede manifestarse de las siguientes formas:
Forzar el contacto visual con los demás
Contener las conductas de autoestimulación
Crear "guiones" para conversaciones o situaciones sociales
Imitar gestos y expresiones faciales de otras personas
Ocultar intereses particulares
Las investigaciones demuestran que el enmascaramiento puede ser perjudicial para la salud mental y el bienestar, al provocar ansiedad, depresión, estrés e incluso suicidio. El enmascaramiento también puede retrasar el diagnóstico e impedir que las personas autistas reciban el apoyo que necesitan hasta una edad más avanzada.